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[Columna: Buena Salud] Hoy: La relación personal con la comida.

Por Bárbara Hernández, Psicóloga Clínica-Comunitaria

     Bajo el influjo de diversos factores podemos terminar maltratándonos y alimentándonos de forma inadecuada. Puede ser porque en ciertos grupos es común igualar gordura con buena salud, por la publicidad engañosa en variados productos alimenticios, porque estamos viviendo un problema emocional, de ansiedad o de autoestima, porque no tenemos acceso a mejores fuentes alimenticias, por los componentes adictivos de los productos menos seguros, y una infinidad de razones más. Lo que he visto, y concuerda con mi experiencia personal, es que muchas veces cuando nos alimentamos de la peor forma, también estamos tratando de ocultar situaciones problemáticas de nuestras relaciones de pareja, amigos, trabajo, familia o con uno mismo. Claro, no siempre es así, pues hay ocasiones en que nos damos un “banquete” a raíz de la felicidad que nos provoca un acontecimiento, o si se piensa al revés a veces nos encontramos muy preocupados de la calidad de nuestros alimentos o en mantener un cuerpo musculoso y bien tonificado, pero a otros costos como el sólo preocuparse de lo que ingresa a nuestro organismo y no de lo que sale (que pueden ser muestras de amargura, envidia, malos deseos, crueldad, vanidad, etc.) o el intentar un cuerpo que se ve formidable pero por medio del abuso de drogas, cirugías o ejercicio físico.

Entonces, la pregunta que se eleva inmediatamente es ¿cómo lograr el equilibrio, la sanidad? En ambos casos, cuando abandonamos nuestro cuerpo o nos obsesionamos con él, algo pasa, algo no va bien. Tengo la impresión que lo que ocurre es que la comida se convierte en un medio para compensar aspectos difíciles. Se intenta utilizarla de manera indirecta para la solución de un problema que por esa vía no va a culminar satisfactoriamente, pues no ha sido diseñada objetivamente con ese fin. Me explico: la definición más sencilla de comida sería aquello que consumimos para que nuestro cuerpo realice sus funciones básicas, sin ella, el cuerpo entra en un estado carencial y muere. Pero en ocasiones ocurre que la ocupamos para obtener un placer inmediato, que nos saque del estado negativo en que estamos, o, vemos que por medio del control que ejerzamos sobre ella podemos tener un cuerpo delgado, socialmente atractivo y así encontrar aprobación de los demás.

Por esto, esta semana quiero invitarlos a pensar en su relación con la comida y con su cuerpo: ¿estás ocupándola para lo que es, para nutrir tu organismo y entregarte la vitalidad necesaria? ¿O más bien, está siendo una forma de cubrir aquello que no nos gusta, como una “solución” rápida pero que no ataca directamente el problema?

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