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[Columna: Buena Salud] Hoy: LA VIDA ES ASOMBROSA

Por Bárbara Hernández Iraira, Psicóloga Clínica-Comunitaria

     Muchas veces viene a mi mente una reflexión que he escuchado en otras personas: los seres humanos valoramos las situaciones favorables que tenemos cuando las perdemos. Este pensamiento luego se encuentra con otro relacionado que plantea que generalmente no nos percatamos de la serie infinita de asombrosos sucesos que transcurren frente a nuestros ojos, y también fuera de su alcance, a cada instante. Sé que suenan frustrantes, y que las explicaciones para ellos pueden ser muchas, pero me arriesgo a pensar que pueden ser por dos razones fundamentales; una, porque normalizamos pronto nuestro estado actual, sobre todo si este es tranquilo o placentero, y por otro lado, porque sin detenernos conscientemente en el proceso, tenemos una visión selectiva de la realidad (pues no podríamos capturar todo con la misma atención) la cual quizás también vuelve naturales y “parte del paisaje” muchos componentes de la cotidianeidad que podrían elevarnos y darnos nuevos ánimos.

Quise presentar estos temas porque siento que se vinculan estrechamente con la salud. Personalmente me interesé más en los cuidados de mi cuerpo cuando me vi enferma, es decir, cuando noté que estaba perdiendo esas facultades que antes estaban dadas sin mayores complicaciones. Y en este giro en mi vida, fui encontrando que muchos de los más ilustres eruditos en salud de todo el mundo habían llegado a ese punto luego de haber superado con éxito numerosas afecciones. La falta de salud de todos nosotros entonces, estaba dada por consiguiente en gran medida, por la desconexión con nuestros cuerpos y su funcionamiento. Al tomar conciencia de él y mirarlo en detalle, descubrí sin dejar de emocionarme, que la vida es asombrosa. Cada partícula, átomo, célula, mineral o desde la sustancia más pequeña a la más grande y sofisticada tenía numerosas funciones y buscaba con extraordinaria diligencia y armonía preservar la mejor existencia de todo el organismo. Eso, tan complejo, sin embargo perseguía una meta que se resume en pocas palabras: vivir bien. Cada parte de mi cuerpo trabajaba incansablemente -siguiendo mis órdenes o de manera involuntaria- en la ardua tarea de asegurar mi bienestar. Así, abrí mis ojos al milagro de la curación, la reparación del daño, el volver a empezar. Descubrí que cada órgano sirve para algo y que cada cual a su vez se interrelaciona con todos, y me llené de esperanza. Como cuando éramos pequeños y nos caíamos hiriéndonos una rodilla, nuestro cuerpo fabricaba una costra para posteriormente dar paso al surgimiento de piel nueva, que dejaba atrás el dolor.

Quisiera invitarlos a pensar en esto, pues si lo hacen creo que es algo que estremece pero que a su vez puede llenarlos de optimismo.  Hoy si decides ser un(a) aliado(a) de ti mismo(a) puedes ayudar a tu cuerpo a mantenerse saludable.

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