Doctora en psicología entrega claves para aprender a «filtrar» lo que decimos y controlar impulsos
Marlén Figueroa, doctora en Psicóloga y académica de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), afirma que hay ciertas funciones cerebrales que también pueden ejercitarse para ser menos agresivo.
¿Es muy agresivo? ¿No controla sus impulsos? ¿No tiene filtro? Si es así, le damos una buena noticia: es posible entrenar ciertas funciones cerebrales que nos permitirán ser más empáticos, más pacientes y, en definitiva, nos ayudarán a relacionarnos mejor con los demás.
Esta es la postura que defiende Marlén Figueroa Varela, doctora en Psicóloga y académica de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), quien sostiene que mientras más ejercitemos ciertas habilidades, lograremos ser más felices, porque construiremos relaciones más sanas.
La especialista asegura que nuestro cerebro es flexible y que, en el proceso de aprendizaje, es posible desarrollar las funciones cerebrales que permiten inhibir comportamientos inadecuados, filtrar lo que decimos, controlar impulsos, reaccionar sin violencia, ser estratégico, ser empático y ser asertivo.
“La neurociencia nos ha mostrado en los últimos años que el aprendizaje se da a través de la emoción, que tú no aprendes lo que no te impacta, ya sea positiva o negativamente. Entonces creo que es importante poder usar la emoción para educar y educar también en la posibilidad de reconocer tus emociones y expresarlas de mejor manera”, comenta.
Agrega que siempre es recomendable entrenar las funciones cerebrales que nos ayudan a relacionarnos mejor con otros, tanto en el caso de los niños como en los adultos. Ello se hace a través de la memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva e inhibición. En el primer caso, se facilita la comprensión lectora y ayuda a mantener un texto en la mente mientras se argumenta. La flexibilidad cognitiva facilita el cambio de punto de vista y permite pensar en un plan “B”, cuando lo que se planificó inicialmente no resulta. La inhibición, en tanto, permite filtrar acciones, impulsos y agresividad.
“Lo que se ha visto en la literatura es que estas habilidades, que se van desarrollando naturalmente por el desarrollo biológico, se pueden ir intencionando, especialmente en los primeros años de vida. Son habilidades que cuando pequeños te permiten ir reconociendo tus emociones, en la adolescencia se transforman en factores protectores ante situaciones de riesgo y luego, en la adultez mayor, son las mismas habilidades que se interfieren en la demencia senil, por ejemplo, donde la inhibición empieza a fallar”, dijo la profesional.
Para Marlén Figueroa, lo ideal es entrenar estas habilidades en el colegio, las que incluso deberían ser incorporadas en el curriculum, pues ellas favorecerán el desarrollo de una persona más resiliente, más plena, con mayor capacidad de anticipación y mayor autorregulación de sus emociones; una persona capaz de enfrentar la diversidad.
En casa también es posible favorecer estas funciones cerebrales, a través de la conversación con los niños, promoviendo la reflexión respecto a ciertas situaciones y buscando en su interior las emociones que ciertas situaciones les generan.
En el caso de los adultos mayores, sugiere trabajar con juegos que obliguen al cerebro hacer un esfuerzo cada vez mayor. Si se trata de sudokus o crucigramas, los niveles de complejidad siempre deben ir en aumento. Incluso, asegura que, en lo cotidiano, también es posible entrenar las funciones cerebrales al cambiar la ruta, usar la otra mano, o aprender un nuevo idioma. En resumen, la buena noticia es que podemos hacer un cambio en nuestras acciones, decisiones y palabras, pero principalmente, podemos enseñar a nuestros hijos que siempre es posible cambiar aquello que nos aleja de los demás.